miércoles, 16 de septiembre de 2009

Telenostalgicos

Mucho antes de que aparecieran los canales privados y autonómicos, los españoles sólo podíamos disfrutar del los programas que emitía la TVE. Su programación era de lo más variada pues con sólo dos canales había que contentar a toda la familia. La emisión finalizaba a medianoche (de ahí el índice de natalidad de aquellos años), con imágenes del rey al son del himno nacional. A continuación se escuhaba un pitido ensordecedor y aparecía nuestra querida y añorada carta de ajuste.

Ahora con las plataformas digítales y con la próxima incorporación en todos los hogares del país de la TDT, disponemos de una gran variedad de canales (a cual peor) que emiten de manera ininterrumpida las 24 horas.

Antes, no teníamos posibilidad de elección, había que conformarse con lo que los señores de Televisión Española quisieran emitir, si a esto le sumabas que en casa sólo había un televisor no había más remedio que acoplarse y compartir las emisiones con el resto de la familia.



En el año 82 se produjeron grandes cambios políticos, sociales y culturales en nuestro país. Superado el intento de golpe de estado por unos cuantos militares vinculados al antiguo régimen.Todo cambio de forma radical. Por primera desde las elecciones de 1936, un partido de izquierdas alcanzaba el poder con mayoría absoluta, durante el verano se iba a celebrar el mundial de fútbol y la archiconocida “Movida madrileña” vivía su momento de máximo esplendor.

Pero en nuestra familia también se produjeron cambios importantes. Después de muchos ruegos y suplicas el color entraba en nuestra humilde morada y con ello dábamos un paso muy importante en nuestras vidas. Por fin íbamos a conocer una de las estancias hasta entonces vedada para nosotros. Él santo santorum de cualquier familia de clase media de aquellos años, “el salón”. Como la mayoría de las madres de la época el salón sólo podía utilizarse para hablar por teléfono y según el precepto divino, los domingos y fiestas de guardar.

Hasta aquel día hacíamos vida en la salita. Era una estancia muy sencilla compuesta de: una mesa, seis sillas, una mecedora, un pequeño mueble librería y por nuestra única televisión. Una Vanguard con “UHF”. Pero esa vida tenía las horas contadas. Él camión del Corte Inglés estaba apunto de aparecer.

Cuando entraron a casa, todos estábamos nerviosos y expectantes esperando el momento en que aquellos hombres con mono azul, desembalaran la caja gigante que llevaban entre sus brazos. Una vez instalada, un prolongado ¡¡¡OOOOOOOOOHHHHHHHHHHHH!!! se escuchó por todo el vecindario. Por fin íbamos a saber como vestían realmente los personajes de la “tele”.

La miramos con incredulidad, parecía como un sueño, pero esta vez era real. Ahí estaba, una Elbe a todo color igualita que la del anuncio (lo del vídeo fue más adelante no había que abusar). Al principio nos costo acostumbrarnos. De hecho estuvimos varios días viendo la tele con gafas de sol, ya que tanto color nos deslumbraba. Parecía como ver ahora una película en 3D. Pero una vez superado el shock se convirtió en un miembro más de la familia.

Alrededor de nuestra querida Elbe pasamos tardes enteras en las que mi madre nos preparaba la merienda, que básicamente consistía en bocata de Nocilla o en su defecto vaso de leche con Galletas María Fontaneda (las marcas blancas no existían en los 80). Con ella compartimos los mejores programas que hasta la fecha se han emitido en televisión. Pienso que no hace falta recordarlos ya que son de sobra conocidos.

En lo que si me gustaría hacer hincapié es en algo que ha quedado grabado a fuego en la memoria de todos los que vivimos aquella época, algo que a día de hoy parece ridículo pero que en aquel momento seguíamos a rajatabla. Era un logotipo que aparecía en la parte superior derecha de nuestros televisores “Los Rombos”.

El rombo, aparte de ser un paralelogramo que tiene los lados iguales y dos de sus ángulos mayores que los otros dos. Lo utilizaban en televisión para indicar que el programa que comenzaba no era apto para menores de 14 años (1 rombo) o de 18 años (2 rombos). En cuanto aparecían los dichosos rombos nuestros padres nos mandaban a la cama sin derecho al pataleo.

Hoy, con la guerra de las audiencias todo vale para enganchar al espectador. No importa el lenguaje ni los modales utilizados, tampoco se tienen en cuenta que el programa se emita en horario infantil, si con ello arañan unas décimas de “share”.

Mucho ha cambiado la televisión desde entonces, pero lo que quizás más se echa de menos son programas en los toda la familia pueda sentarse alrededor del televisor.

2 comentarios:

  1. ´Hola Jose acabamos de leer el artículo , ¡que chulo ! y justo esta aquí la mamá , esta emocionada de ver lo bien que escribes y de como te acuerdas de todas las cosas de la infancia . Te pregunta si te acuerdas de las tripotadas de pistachos , pipas , y palomitas y también de las cortezas de maiz que comprabamos enfrente de Montesol , bueno y de tantas cosas que hemos vivido en familia. Te manda un beso y te dice que sigas así. Y que te quiere mucho futuro PAPA

    ResponderEliminar
  2. Espero ansioso el post sobre los inicios de Telecinco

    ResponderEliminar