viernes, 4 de septiembre de 2009

Mi primera vez

Fue una tarde de invierno. Como cada día, y una vez finalizada mi jornada laboral, pasaba a recoger a la que hoy es mi esposa. Juntos acudíamos a la cafetería del barrio para hablar de nuestras cosas, tomamos asiento y sin esperarlo me dijo: “cariño creo que estamos preparados para hacerlo”. En ese instante un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y mi estómago se encogió como si hicieran con el un nudo marinero. Cuando recobré el aliento y asimilé lo que mi futura esposa me estaba planteando respondí con un rotundo sí. Por fin íbamos a disfrutar de nuestra primera vez, íbamos a entrar en el club de los privilegiados y dejar de ser unos bichos raros, pues la gente se asombraba de que a nuestra edad todavía no lo hubiéramos hecho.

Una sensación de euforia, incertidumbre y nerviosismo embargaba nuestros cuerpos. Estábamos cerca de cruzar el umbral que iba a dar paso a perder nuestra inocencia. Delante de nosotros teníamos la oportunidad de ver realizado nuestro ansiado deseo, lo que tantas veces habíamos escuchado y ahora íbamos a conocer en primera persona: ¡comprar en Ikea!

A la hora señalada entramos en el famoso cubo azul de letras amarillas y comenzamos el recorrido marcado como Dorothy en el Mago de Oz. Yo pensaba que existía una leyenda sobre Ikea pero todo lo que cuentan es cierto. Hasta pienso que se quedan cortos.

Con paso firme fuimos tachando de la lista los productos que mi novia había seleccionado previamente con más paciencia que el santo Job. Pasadas tres horas nos vimos empujando tres carros llenos hasta los topes. Empezaron a entrarme los sudores de la muerte pues pensaba que la furgoneta que habíamos alquilado se iba a quedar pequeña para cargarlo todo.

Una vez terminado el recorrido, bajamos a las cajas pero mi corazón se colapsó cuando escuché: “todavía queda cargar el tablero para la mesa Blika y los estantes Järpen”. Yo no podía dar crédito. Pensaba que el personal de la tienda te cargaba el material del almacén ya que el tablero casi me doblaba en altura pero, como en Ikea no trabaja ni el tato, no quedaron más huevos que ir a por ello.

Como un pato mareado empecé a buscar la ubicación de los productos y tras varios minutos pude leer “Pasillo C Sección 3 Estante 5”, es decir, en lo más alto de la estantería. Como buenamente pude, ya que la naturaleza no me ha dotado de una gran altura, comencé la escalada hacia mi objetivo. Al bajar, y debido al esfuerzo, mi cuerpo temblaba más que si me hubiera bañado en pelotas en el Perito Moreno. Con la lengua fuera, empapado en sudor y a duras penas, conseguí cargar el cuarto y último carro. Después de unos 45 minutos de espera llegamos a la caja. Sólo con nuestro ticket de compra fue necesaria la tala de 20 árboles de la selva amazónica.

Una vez fuera del infierno sueco quedaba lo peor, cargar toda la compra. Tras una hora de arduo trabajo en las que fueron de gran ayuda nuestras largas tardes jugando al Tetris en los recreativos del barrio, conseguimos encajarlo todo. De repente, un alarido se escuchó en todo el parking. Al repasar la lista nos dimos cuenta que faltaban las ruedas Rill para la cajonera Helmer. Tras una agria disputa no quedó más remedio que entrar de nuevo.

Pasadas las cuatro conseguimos salir, así que decimos ir a comer al McDonald’s. Estábamos exhaustos, llevábamos en pie desde las 6 de la mañana y lo único que habíamos tomado en todo el día era el típico desayuno sueco de nombre impronunciable.

Como era de suponer, había mas gente que en la guerra así que, con esa intuición que caracteriza a las mujeres, mi novia comentó: “esperamos a coger mesa y comemos tranquilamente”. Pero yo lo único que quería era salir de allí. Estaba hasta los mismísimos y en mi mente sólo tenía un pensamiento, llegar cuanto antes a Valencia. Haciendo caso omiso a su petición, tuve la brillante idea de pedirlo para llevar y comer en un área de servicio que había a unos 2 kilómetros del centro comercial, “craso error”. Posiblemente una de las peores decisiones de vida, pues quien ha viajado a Madrid sabe que si te pasas una de sus muchas salidas estas jodido. Y así fue. Sin saber como, entré en la capital. Cuando preguntaba a la gente: “Por favor ¿para salir a Valencia?”, resoplaban, me miraban con incredulidad y decían: “Estás en la otra punta de la ciudad”. Una vez recorridas la mayor parte de las calles y avenidas de Madrid, conseguí salir a la M30, pero ahí no había acabado mi pesadilla porque estuve dando vueltas por la circunvalación hasta que encontré la salida de la A3.

Para entonces eran la siete de la tarde, no habíamos comido, “las hamburguesas y las patatas parecían de atrezzo”, mi futura mujer no me hablaba y quedaban tres horas de viaje hasta llegar a casa. En esos momentos no sabía si “tirarme al tren o al maquinista”. Lo único que me mantuvo despierto durante el viaje de vuelta fue imaginarme metiéndole a Ingvar Kamprad (fundador de Ikea) las ruedas Rill por donde la espalda pierde su nombre.

Los expertos en la materia dicen que la primera vez suele ser dolorosa y tienen razón, pues las agujetas me duraron varios días. Así que si estás pensado ir a Ikea ármate de paciencia y sobre todo repasa la lista antes de salir.


(TQ)

4 comentarios:

  1. es lo que hay...
    ... yo creo que impregnan de feromonas sexuales los catálogos de Ikea y que pulverizan nicotina en spray por los pasillos...
    ... crea adicción... estos suecos, además de "pescao ahumao" y suecas... tienen muy buenas ideas...

    buenos anuncios de Ikea:
    http://www.youtube.com/watch?v=siSkxhp465M
    http://www.youtube.com/watch?v=S0GrkbRhkME
    http://www.youtube.com/watch?v=tVIHG42gMU4

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  2. http://www.youtube.com/watch?v=tVIHG42gMU4
    http://www.youtube.com/watch?v=bdJ1Hj9pQ78
    http://www.youtube.com/watch?v=isjrGmFapS4&NR=1
    http://www.youtube.com/watch?v=I4pv39j95Ls&feature=related

    con estos enlaces a más anuncios divertidos de Ikea me despido... a currar un poco se ha dicho!!!!!

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  3. lo has descrito con una exactitud increible, mi primera vez fue idéntica, y eso que yo iba avisado!!!
    Es lo que tiene ser primerizos ...

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