martes, 22 de septiembre de 2009

Adiós mamá, pensaré mucho en ti

Durante años hemos creído que nuestro amigo “Marco” vivía junto a su padre y su hermano en Génova y que, desgraciadamente, por falta de recursos, su madre marcha a Argentina para trabajar y sacar a la familia de la pobreza. Pero al enterarse de que está enferma, Marco y su mono “Amedio” (no se que coño pinta un mono en esta triste historia) viajan de los Apeninos a los Andes para encontrar a su buena mamá, salvarla de su terrible enfermedad y así regresar felices y contentos a su añorada Italia.

Pero con los años me he dado cuenta de que toda esta historia es falsa y ha tenido engañados a millones de niños en todo el mundo que durante la semana esperaban ansiosos y compungidos las desventuras y penurias a las que el jodido Marquitos se veía sometido.

Las verdaderas razones de Marco, su mono y el resto del clan era que su madre regresara, porque después de un año de ausencia no habían tenido cojones a encender los fogones de la cocina, la casa estaba llena de mierda y el poco dinero que les mandaba la madre se lo gastaban en el bar del pueblo bebiendo vino y comiendo de menú.

Digo esto con conocimiento de causa pues algo parecido me ocurrió cuando “por fin” decidí abandonar el hogar familiar para vivir en pareja. Desde ese momento mi vida dio un giro de 180º. Pase de ser el rey de la casa a ser una vulgar cenicienta. De la noche a la mañana me vi en la obligación de administrar una casa y realizar labores domésticas hasta ahora desconocidas. Evidentemente sin la inestimable ayuda de mi mujer hubiera acabado como el clan de los Marco.

Aunque eres feliz por empezar una nueva vida y además compartirla con la persona a la que quieres, los primeros días se hacen cuesta arriba. Estás descolocado, te sientes como un extraño en tu propia casa. Una sensación de vacio te embarga y no sabes muy bien la razón. Hasta que caes en la cuenta de un detalle muy importante que había pasado desapercibo. Te falta “ese calor de hogar” que sentías cuando entrabas a casa de “mamá”.

Al igual que la ministra Bibiana Aído, creo firmemente en la igualdad de género y desde un primer momento decidimos que las tareas del hogar las realizaríamos de forma conjunta y equitativa dando ejemplo de convivencia cívica y moderna de una pareja del siglo XXI. ¡¡si mi abuela levantara la cabeza!!

Posiblemente el momento más traumático fue el día en que por primera vez iba a limpiar. Aquella mañana de sábado hice un descubrimiento que me dejó aterrado y con el cual tuve pesadillas durante varios meses. Su formación es uno de los grandes misterios de la ciencia moderna. Son pequeños trozos de color grisáceo, que campan a sus anchas por toda la casa. Su hábitat natural es el pasillo y son conocidos vulgarmente con el nombre de “pelusas”. Es increíble la cantidad que puedes encontrarte en 70 m2. Da igual las veces que pases la mopa, el cepillo o la aspiradora. Ellas, al igual que las cucarachas, se reproducen de manera espectacular. No podía dar crédito ante la cantidad de pelusas que recogí aquel día. Había tantas que si hubiera sabido hacer punto me hubiera tejido a buen seguro unas cuantas bufandas y varios pares de peucos.

Como dijo Sun Tzu:"si tu enemigo es más débil, conquístalo. Si es más fuerte, únete a él”. Siguiendo al pie de letra sus sabias palabras. Dejamos que las pelusas siguieran su función reproductora y contratamos a una empleada del hogar para que las conquistara.

Otro de los momentos que caracteriza los primeros días de convivencia son los “desayunos” del domingo compuestos por: zumo de naranja natural, tazón de leche con cereales, tostadas con aceite y tomate, mantequilla, mermelada de cinco sabores distintos, algo de bollería (vamos que puedes invitar a desayunar a toda la comunidad) y por último una ración de kiwis y ciruelas para remediar el estreñimiento de los primeros días. La gente dice que la naturaleza es sabia, pero más que sabia, es caprichosa. No se si existe razón científica sobre esto pero pienso que las posaderas (culos es cristiano) tienen memoria fotográfica y hasta que no se acostumbran a su nueva área de trabajo se cierran a cal y canto.

Desgraciadamente, pasado el ímpetu de las primeras semanas, te das cuenta que desayunar así todos los fines de semana es inviable, porque el tiempo que pierdes en prepararlo y tomarlo lo necesitas para, poner lavadoras, tender, planchar y hacer la compra. Así que no te queda más remedio que desayunar un simple vaso de leche y el zumo natural que tomabas se acaba convirtiendo en concentrado de pulpa de naranja.

Una vez independizado entiendes el término "económia de guerra". Tus primeras compras en el supermercado son millonarias. Tal es así que necesitas buscar un trabajo extra para llegar a fin de mes. Básicamente tu despensa y nevera están pobladas de toda clase de caprichos. Por regla general poco saludables y que en la mayoría de los casos terminan caducados y en la basura. Así que finalmente optas por recoger diariamente el "tuppeware" de mamá y dejas tu nevera con los productos básicos de supervivencia: huevos, leche, zumo concentrado de pulpa de naranja y un trozo reseco de limón.

Aunque no lo parezca para los hijos siempre es duro abandonar el hogar familiar, pero creo que para las madres es mucho peor. Y una buena manera para describirlo son estos versos de Serrat:


Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos transmitiendo nuestra frustaciones
con la leche templada y en cada canción.

Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día nos digan adiós.

(Esos locos bajitos)

Tengo que decir que esta vida no la cambio por ninguna. Como he comentado antes la vivo con la persona que más quiero. Pero a diferencia de Marco no tengo que cruzarme el charco para encontrar a mi buena mamá, porque ella está a cinco paradas de autobús para cuidarme y protegerme como siempre ha hecho.


¡¡ Bendita seas !!

4 comentarios:

  1. Sí señor. Pronto podrás comprobar en tus carnes lo agradecidos que son los hijos. Lo primero que aprenden a decir es: "gracias papá por tus sacrificios". Y después: "¿te puedo ayudar en algo?". Y así sucesivamente...

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  2. Eres un "mamoncete" ¿siempre me tienes que hacer llorar?. Estoy partiéndome de la risa con lo de nuestro amigo Marco y he acabado con los ojos llenos de lágrimas y embargada por la emoción.No te quiero ni contar cuando lo lea la mami , ella que sabe lo duro que es que un hijo se vaya de casa aunque sea para bien. Una madre es lo más grande que hay en la vida , nos damos cuenta de ello cuando ya no la tenemos a nuestro lado todos los dias, y hay que emprender el vuelo mal que nos pese. Cuanta razón tiene Serrat, yo tiemblo sólo de pensar que ese dia irremediablemente llagarà y mis niñas se marcharan de casa. Si ellas cuando sean mayores me dicen algo como lo que tu hoy has escrito ya me puede dar por satisfecha . Eres un buen hijo , buen marido ,y vas a ser un padre extraordinario ,de eso no me cabe ninguna duda . Te quiero hermano . Un beso

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  3. uy, uy, uy, uyyyyyyyyyyyy
    ya se ha descubierto que "Anónimo" es hermana de Josevi!!!!!!!!!!!
    jejejejejejeeeeee

    como siempre un 10 para este nuevo relato... tus introducciones enganchan y acaban llevándonos a lo sentimental (que te gusta más que a un tonto los lápices!!! jejejeje)

    de todas formas discrepo en el comentario de Juanjo... cómo que lo 1º que aprenden a decir es "gracias papá por tus sacrificios"????
    lo 1º que aprende a decir un niño es "NO" (lee más libros de padres primerizos, jijiji)
    y lo último que aprenden a decir es "esta residencia es muy cara... mejor un mes en mi casa y otra en la tuya..."

    es lo que hay (ya sabéis que no me gustan las historias que acaban bien... jeje)

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  4. Que "duro" es abandonar el hogar familiar, así de golpe, 180º

    Por suerte algunos hemos tenido un periodo de adaptación, la época estudiantil en el que poco a poco te vas desprendiendo del seno materno y vas a parar a otros senos ...

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