jueves, 28 de enero de 2010

La letra con sangre entra

El LICEO, fue la escuela filosófica creada por Aristóteles en el año 336 a.c. Recibió este nombre por estar situada al lado del templo dedicado a Apolo Licio. La escuela poseía un jardín por el que, según la tradición, el maestro paseaba con sus discípulos. En griego peripatêín significa pasear, por ello a los seguidores de Aristóteles también se les llamó peripatéticos, y a la escuela Peripatos. Las clases que se impartían podían tener el carácter de lecciones, discusiones o comentario de obras. Aparte del ámbito cultural y pedagógico, también se hallaban reguladas otras actividades en común, como los banquetes mensuales y las fiestas para el culto.

Gran parte de la aristocracia del barrio incluida mi familia, cursó sus estudios obligatorios en el Liceo, pero no el de Aristóteles, sino el Corbi. La manera de reconocernos era evidente ya que la condición indispensable para formar parte de este elitista grupo era vestir con uniforme. Se componía de: calcetines rojos, pantalón gris, camisa blanca y suéter de pico rojo con dos franjas grises en la manga derecha, como colofón durante las horas lectivas tenías que ponerte un babero de cuadritos azules y blancos con las iniciales de tu nombre bordadas en el pecho. Como es de imaginar, a la salida del colegio toda la mala gente del barrio nos esperaba para darnos de hostias por vestir con tan ridículo atuendo.

Era el típico colegio de planta baja, el lugar destinado para nuestro diario recreo era el patio de luces del edificio cuyo bajo ocupábamos, de hecho, era tan sumamente pequeño que teníamos que salir por turnos a comernos el bocata, porque si salíamos a la vez corrías grave peligro de morir por avalancha. Al igual que sus instalaciones, su enseñanza era rancia y recordaba a la que se impartía en tiempos pasados, donde los castigos, capones y cachetes estaban a la orden del día, era una enseñanza tradicionalista y de costumbres. Recuerdo que cuando la directora cumplía años todos los alumnos con la inestimable ayuda de los profesores le preparábamos una fiesta, regalos incluidos. Sentada en una silla como una auténtica reinona, uno a uno pasábamos frente a ella para darle nuestras más sinceras felicidades. Como no podría ser de otra manera l@s más pelotas de cada clase preparaban un playback con la canción de moda del momento, y los que rozaban el límite del repelentismo le dedicaban una poesía ensalzando sus virtudes. Supongo que como eran los protegidos de la querida directora, no habían probado en sus carnes los capones y levantamientos de patilla que dispensaba a los más revoltosos del colegio.

Este era el único día del año en el que salía de sus aposentos, porque lo que más le gustaba era estar en su despacho donde controlaba de manera férrea los movimientos de profesores y alumnos. La manera que tenía para comunicarse con el mundo exterior era a través de un interfono, así que en cada clase había uno instalado. Todos los días antes de la hora del almuerzo escuchábamos por aquel maldito aparato su frase preferida: ¡¡MATERIAL Y A PAGAR!! , es decir, los cuadernillos Rubio, cartillas de lectura, libros de texto y demás material escolar, era de obligado cumplimento comprarlo en el colegio. Al ser concertado, todos los meses había que pagar un pequeña mensualidad, para se más exactos 480 pesetas. Lo recuerdo porque todos los meses mi padre me preparaba un talón para entregárselo a la directora a cambio de un recibo. Esta amable señora sólo permitía los pagos al contado o por talón bancario, y pobre de ti como te retrasaras en el pago, porque hacía de tu vida un verdadero infierno hasta que tus padres liquidaran la deuda. Cuando escuchabas tu nombre por el interfono, era síntoma inequívoco de que se repartían hostias y tú tenías todas las papeletas. Con el corazón a mil y el cagallón llamando a la puerta entrabas a su despacho. Sus muebles de estilo inglés y de maderas nobles daban una imagen de sobriedad que todavía hacían aumentar tu miedo, si a eso le sumamos el crucifijo, y la foto de Sus Majestades los Reyes de España el panorama rozaba lo dantesco. Para darle más pánico a la situación siempre se dirigía a ti, hablándote de usted y por el apellido. Entonces llegaba el momento de la verdad, si te invitaba a sentarte estabas salvado, porque lo único que quería era recordarte que tus padres se pusieran al corriente de los pagos. Pero como te ordenara ponerte a su lado estabas jodido, porque aparte del premio gordo te llevabas las dos aproximaciones, y volvías a clase con las orejas haciendo palmas.

Otro de los terribles momentos en los que tenías que visitar aquel temido despacho era cuando pasabas de cartilla. Una vez que la profesora te veía preparado para aumentar tu nivel de lectura te mandaba a que la directora confirmara la decisión. Al llegar cogía la cartilla y elegía un capitulo al azar para que lo leyeras. Con voz temblorosa comenzabas a reproducir el texto bajo atenta su atenta mirada, cuando los nervios te traicionaban y te quedas enganchado en alguna palabra, te propinaba un ligero cachete que hacia que el resto del texto lo leyeras de carrerilla. Una vez superada la prueba, sacaba un pequeño estuche donde guardaba las medallas al mérito escolar, cuyo tamaño variaba en función del logro conseguido. El ritual era siempre el mismo, firmaba la cartilla para certificar que habías superado la prueba, te colocaba en el pecho la medalla que debías llevar durante toda la semana, y como agradecimiento debías propinarle un par de besos. Acto seguido volvías a clase para mostrar a tus compañeros la merecida medalla, mientras que ellos te dedicaban una cerrada ovación. Aparte del sistema de las medallas al mérito escolar, teníamos en sistema de puntos. Eran unos cartoncitos de 1, 5, 10, 20 y 50 puntos, con los que los profesores te premiaban si tenías buen comportamiento, realizabas bien las tareas, etc. Hasta 2º de EGB estos puntos se cambiaban por pequeños premios y en 3º y 4º por positivos en el boletín de notas.

Bajo este estricto sistema pasé mis primeros cinco años de estudiante, en los que me lleve unos cuantos pescozones, alguna que otra medalla, sumé los suficientes puntos como para llevarme a casa en dos ocasiones a la tortuga que teníamos como mascota y un buen puñado de positivos. En aquel colegio aprendimos que “La letra con sangre entra”, puede ser que el sistema no fuera muy ortodoxo pero a nosotros nos funcionó.

Con este post da comienzo un nuevo apartado al que he bautizado con el nombre de: “El pupitre de atrás” en el que voy a relatar mis aventuras y desventuras en el difícil mundo de la extinta EGB.

miércoles, 20 de enero de 2010

Adivina, adivinanza

¿Quién no ha jugado alguna vez a las adivinanzas?, supongo que la mayoría de nosotros. Recuerdo que durante mis primeros pasos en eso que llamaban EGB, había un día que reservábamos especialmente para jugar a las adivinanzas. Eso sí, siempre y cuando durante la semana nos hubiéramos portado bien. La verdad es que era muy divertido, porque aparte de ganar una chuchería si la acertaba, aprendía un montón de acertijos que luego utilizaba para entretenerme junto a mis hermanas. Sus rimas eran de lo más tontas, pero por aquel entonces parecían auténticos jeroglíficos. Todos recordamos la clásica adivinanza de la navaja, del chocolate, del plátano, etc. Para rememorar aquellos maravillosos años os planteo la siguiente adivinanza:

Aunque pequeñito y juguetón,
te hará disfrutar un montón.
Aunque de plástico sea,
soportará cualquier odisea.
Con sus 7,5 cm de extensión,
llegarás a la extenuación.


¿Qué es…………………?

Pese a que vuestras mentes corruptas y calenturientas hayan pensado en juguete sexual me estaba refiriendo al único, genuino, incomparable e inconfundible “Click de Famobil” bautizado así por Famosa cuando consiguió la patente para fabricar estos simpáticos muñecos ideados por Hans Beck, actualmente se fabrican en Alemania bajo su nombre original, PLAYMOBIL. Esta graciosa figura tiene 7,5 cm de altura, está hecha de un colorido plástico y una sonrisa permanente dibuja su cara. Vieron la luz por primera vez en 1974 y desde entonces más de 2 billones de estos divertidos muñecos forman parte de las habitaciones de los niños en los cinco continentes. Al principio solo existían hombres en el mundo de PLAYMOBIL, pero hartos de compartir sus vidas entre tanto maromo, organizaron una caravana de mujeres (Clack llamadas en España) y dos años después se unieron matrimonio. En 1981 las felices parejas tuvieron descendencia y trajeron al mundo a unas pequeñas figuras de 5,5 cm, seguidas por los benjamines de la casa con 3,5 cm para completar la bienaventurada familia.

Si tuviéramos que elegir el juguete que ha marcado nuestra infancia, ganarían por mayoría los Clicks, porque gracias a ellos hemos conocido antiguas civilizaciones, navegado por mares y océanos buscando antiguos tesoros sumergidos en el fondo de la bañera, visitado el continente africano para ver de cerca a los animales de la selva en peligrosos safaris. También hemos librado arduas batallas en torneos medievales por el amor de una princesa, sin olvidarnos de las clásicas peleas entre los indios y el séptimo de caballería. Muchos de los policías, bomberos y médicos que hoy en día velan por nuestra integridad, descubrieron su vocación mientras jugaban con estos entrañables muñecos a los que no les falta detalle. Estas pequeñas miniaturas de plástico que hacen las delicias de pequeños y mayores, se han ganado un puesto de honor y deberían ser considerados por los historiadores como la CIVILIZACIÓN PLAYMOBIL. Aunque a día de hoy las videoconsolas son el producto estrella, todavía queda un hueco en las estanterías para estas personillas que vienen empaquetas en su característica caja azul.

Son tantas las historias que he vivido con mis clicks, que necesitaría otro blog para poder contarlas, espero que mientras leéis este post recordéis alguna aventura vivida con los vuestros. Antes de concluir deciros que aunque parezca mentira prefería mil veces ser policía, que navegar en el barco pirata.

Dedicado a Beatriz y Sergio auténticos clickadictos, y a Marchi por haber inculcado a sus hijos la cultura PLAYMOBIL.

martes, 19 de enero de 2010

Leche, cacao, avellanas y azúcar….

Estos son los ingredientes que han endulzado mis tardes durante gran parte de mi infancia. Aparte de terminar mezclados junto a mis jugos gástricos, decoraban las páginas de mis cuadernillos Rubio, donde con más pena que gloria aprendía el arte de la escritura inclinada. Zamparse un buen bocata de NOCILLA era de obligado cumplimento allá por los ochenta, porque además de hacer las delicias de los pequeños de la casa, su envase servía a las madres para completar la vajilla. ¿Quién no ha bebido alguna vez con el clásico vaso de NOCILLA?, supongo que cualquier persona de bien, de hecho cuando voy a comer a casa de mis padres todavía pululan aquellos vasos que tantas tardes de gloria me dieron.

Para los paladares más golosos existían dos versiones alternativas: una era la NOCILLA de dos colores, de hecho si no me falla la memoria creo que hasta había una de fresa. Pero como auténtico purista, fiel consumidor de ésta crema de cacao, jamás permití que mi madre comprara este esperpento alimenticio. La otra era una versión casera que habitualmente preparaban las abuelas cuando acudías a visitarlas, se componía de leche condensada, con una cucharada de Cola-Cao/Nesquik. Esta empalagosa mezcla hacía que el Ratoncito Pérez hiciera horas extra, porque ante tal cantidad de azúcar, tus rapaces dientes no eran capaces de sobrevivir. La forma de degustar este magnífico invento del siglo XX era múltiple y variada, podías comerla directamente del bote introduciendo el dedo, o saboreándola en espectaculares tartas de cumpleaños, mezclando este prodigioso manjar, junto a un milhojas de Galletas Rio mojadas en café, con una suave, cremosa y refrescante lámina de flan de vainilla. Pero como realmente me gustaba tomarla era de la siguiente manera: entre dos galletas María Dorada Marbú (este producto es imprescindible porque sin él perdía todo su sabor), se aplicaba una generosa capa de NOCILLA, se introducía en el congelador, y pasada una hora cuando había solidificado, la degustaba lentamente para percibir con detalle como esa explosión de sabores estallaba en mi boca.

Recetas aparte, esta maravillosa exquisitez era sinónimo de interminables sesiones televisión y de juegos callejeros, donde mi única preocupación era que mi madre comprara el tambor de LUZIL con el que regalaban chapas metálicas con las fotos de los ciclistas del momento, para correr la Vuelta Ciclista a España sin moverse del barrio. Junto a mi inseparable bocadillo me pasaba horas decorando y afilando la punta de mi peonza, para combatir en aquellas luchas encarnizadas en las que a base de golpes y empujones sacabas del círculo de tiza al resto de peonzas enemigas, o apostando canicas en polvorientas timbas, que dejaban mis rodillas hechas trizas. En alguna ocasión y debido a mi pequeña mente de pandillero juvenil, la utilicé junto a mis amigos con fines maléficos. Recuerdo que la persona encargada de velar por la seguridad y el mantenimiento del edificio donde pasábamos las vacaciones era el Sr. Rafael. En teoría estas eran sus funciones, aunque en la práctica se pasaba todo el santo día sentado en el zaguán, sobre una confortable mecedera, apurando al máximo sus cigarrillos Celtas, leyendo revistas del corazón y refunfuñando constantemente sobre lo duro que era su trabajo.

Un día nos comentó que la tarde la iba a dedicar a repasar con pintura el cerco que quedaba alrededor del pulsador de la luz. No se muy bien porque razón le boicoteamos, la cuestión es que lo hicimos. Nuestras madres ajenas al acto vandálico que íbamos a cometer nos prepararon un buen bocata con extra de NOCILLA. Esperamos agazapados dándonos dos pisos de ventaja a que el Sr. Rafael comenzara su trabajo. Todo transcurría con normalidad hasta que llegó al tercer piso, de pronto su voz quebrada debido a la cantidad de nicotina consumida a lo largo de su vida, se escuchó por todo el rellano cagándose en DIOS. Desafortunadamente para él, en cada piso que coronaba se encontraba las paredes llenas de la genuina crema de cacao. Cuando llegamos al onceavo y con los ojos llenos de lágrimas debido a nuestras carcajadas, cogimos el ascensor y bajamos a la calle como si la cosa no fuera con nosotros. Aunque jamás pudieron inculparnos por falta de pruebas, nuestras madres sabían a ciencia cierta que sus vástagos habían sido los artificies, así que como toda acción tiene su consecuencia, estuve durante un largo tiempo merendando bocadillos de mortadela con los bordes resecos.

Los años han pasando y la NUTELLA le está ganando la partida a nuestra querida NOCILLA, supongo que será por culpa de la globalización, pero pienso que el motivo principal es que todos los que nacimos durante el famoso “baby boom” de los setenta, hemos superado la treintena, somos víctimas de una alopecia incipiente y la goma de nuestras delgadas cinturas empieza a ceder de una manera preocupante, razón de más para moderar el consumo de este producto patrio. Así que desde este blog hago un llamamiento para que dejemos a un lado esos pelos y kilos de más, a ver si entre todos conseguimos que la NOCILLA vuelva a recuperar el lugar que se merece.

Ahora, cuando me preparo un bocata de esta mágica mezcla me pregunto: ¿dónde fue mi niñez?, supongo que se quedó entre aquellas paredes que el sufrido Sr. Rafael estuvo pintando durante el resto del verano y en los vasos que todavía mi madre guarda en sus armarios.

jueves, 14 de enero de 2010

Mercenarios

“En 1972, un comando compuesto por cuatro de los mejores hombres del ejército americano, fueron encarcelados por un delito que no habían cometido. No tardaron en fugarse de la prisión en la que se encontraban recluidos. Hoy, buscados todavía por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna. Si tiene usted algún problema y se los encuentra, quizás pueda contratarlos”.

Así comenzaba el Equipo A, serie ochentera por excelencia que tiene el enorme privilegio de ocupar un lugar de honor en el Olimpo de los clásicos. Cada tarde disfrutábamos de sus aventuras por uno de los dos canales de los que disponíamos por aquel entonces. Esta mítica serie con la misma caspa que las películas de Serie B tuvo gran éxito entre la juventud de la época. Sus capítulos eran siempre igual: familia de la América profunda con hija buenorra se encuentra sometida a las continuas putadas del terrateniente del pueblo, contratan al Equipo A para que resuelva el conflicto. Con los escasos medios de los que disponen se enfrentan al poderoso enemigo haciéndole morder el polvo, después de repartir de lo lindo, explosionar varios coches y quemar unos cuantos kilos de pólvora, salían victoriosos, pero lo mejor de todo es que nunca se derramaba una gota de sangre.

En el barrio, aunque pensándolo bien en cualquier lugar del planeta nos juntábamos para emular a nuestros mercenarios preferidos, y aquí es donde llegaba el verdadero conflicto, porque como es de imaginar habían dos personajes por los que la gente se daba de hostias por conseguir el papel, y cuando digo hostias me quedo corto, porque las mayores peleas callejeras que he visto en mi vida han sido por interpretar al Coronel John Hannibal Smith, jefe del comando y un verdadero profesional en el arte de adquirir diferentes personalidades gracias a sus múltiples disfraces, y al Teniente Templeton Peck más conocido como Fénix en los ambientes. El motivo por el que la gente estaba dispuesta a matar por imitar a su personaje es que pillaba cacho en todos los capítulos, aunque no me extraña, porque se gastaba un pedazo Corvette por el que todas las féminas de pelo cardado y pantalón sobaquero suspiraban.

Debido a mi peso y estatura tenía todas las perder en este tipo de contiendas, así que no me quedaba más remedio que interpretar al Capitán H.M. Murdock y por extensión el zumbado del grupo, al que siempre tenían que sacar de alguna clínica porque se dedicaba a hablar con sus calcetines. Para terminar el elenco falta el Sargento M.A Baracus, un negrata de dos por dos con más colorado que toda la estirpe de los Montoya, Heredia, Cortes y Vargas juntos, que repartía hostias como panes. El único inconveniente de este grandullón es que tenía pánico a volar, lo que originaba que cada vez que lo tenían que hacer había que aplicarle un potente somnífero.

Gracias a la perspicacia aprendida en sus capítulos o más bien a nuestra falta de medios, nos las ingeniábamos para fabricar el armamento necesario para jugar por los descampados y calles del barrio. Las armas utilizadas eran el tirachinas fabricado con el cuello de una botella y un globo. La munición a utilizar era de lo más variada pero en nuestro caso y para evitar males mayores usábamos unas pequeñas bolas que crecían en los árboles de un parque cercano y que cuando impactaban en tu cuerpo te proporcionaban un escozor nada agradable. Como por aquel entonces en mi casa no era frecuente comprar agua embotellada, el envase que utilizaba para fabricar el tirachinas, era el de las botellas de leche Cervera. Otra de las armas por excelencia era una que se fabricaba con pinzas, su montaje era simple y su efectividad letal. Para fabricarlo necesitabas: una pequeña tabla de madera, dos clavos y una pinza. Como munición se utilizaba la parte metálica de una pinza sujeta por una goma elástica.

Quienes hayan combatido en estas peligrosas lides sabrán de lo que hablo, pero por si acaso adjunto croquis para que entendáis su funcionamiento:

Como se puede observar este es el modelo básico pero ante mis ojos han pasado verdaderas obras maestras, ya que conforme más grande era la tabla, mayor era el número de pinzas preparadas para disparar los peligrosos proyectiles. Durante aquella época las carpinterías y los tendederos maternos eran literalmente saqueados, hasta el punto que se produjo una gran crisis en el sector maderero debido al uso indiscriminado de esta noble materia prima. En un principio su fabricación estaba única y exclusivamente orientada para la caza de lagartijas y tiro al blanco, pero al final se convirtió en una lucha encarnizada entre los chavales del barrio cuya finalidad era la de conseguir el mayor número de munición posible en detrimento del enemigo.

Y así, con este simple entretenimiento pasábamos tardes enteras jugando a ser aquellos cuatro mercenarios que luchaban por un mundo más justo, eso sí, a base de hostias.

¡¡ Me encanta que los planes salgan bien!!


lunes, 11 de enero de 2010

Why can't we be friends?

Los lunes por antonomasia se han convertido en el peor día de la semana, si a esto le añadimos la crisis, los esperados brotes verdes, la operación de cirugía estética, que no mental Belén Esteban y el careto de Manu Sánchez presentador de la sección de deportes de Antena 3 por el liderazgo del Barça, se nos presenta un panorama nada halagador. Aparte, como todo es proclive a emporar, el frío polar que nos acompaña está dejando mi osamenta más entumecida que si hubiera pasado la noche en la cámara frigorífica del depósito de cadáveres (etiqueta incluida en el dedo gordo del pie).

Pero sorprendentemente he recibido un emotivo e-mail que ha conseguido que entre en calor de manera instantánea, pero este sensiblero mensaje más propio de la típica serie americana de estudiantes en plena adolescencia, pierde un poco de encanto con el uso de las nuevas tecnologías, porque esas bonitas palabras con las que nos ha obsequiado nuestro “amigo invisible” se quedan vacías, y no porque no las haya acompañado con esas edulcoradas imágenes en Powerpoint como bien dice, sino porque si retrocedemos hasta el año 1996 donde el envío de correos electrónicos era impensable, el único formato donde podías demostrar los sentimientos a tus seres queridos era acudir a uno de los mejores programas que se han emitido en televisión. ¿Os acordáis de esta letra? :


“Si el amor llama a tu puerta... ábrela no te lo pienses más... sentirás ilusión, una nueva emoción... te hará soñar... Lo que necesitas es amor... Todo el mundo necesita amor ….. Lo que necesitas es amor....... oh…oh…oh….. Sólo amor.”

¡¡Que recuerdos!! , ¡¡Que momentos inolvidables!! , en los que millones de españoles seguíamos atentos los infortunios y alegrías de aquellos personajes que moraban por el plató. Para participar sólo tenías que llamar al desaparecido Jesús Puente, contarle tu historia, y como un auténtico celestino se subía a su famosa caravana para entregar en mano el mensaje (formato vídeo) a su destinatario. Para participar en el programa era imprescindible vestir camisa de seda abrochada hasta el cuello, preferentemente en color negro, o en su defecto blanca con estrafalarios bordados, igual que las que visten los músicos de las orquestas que cada verano visitan los pueblos para deleitarnos con su ritmo pachanguero. Evidentemente iban acompañadas por pantalón de pinzas bombacho o vaquero nevado, y como remate final mocasín negro/gris con el auténtico calcetín deportivo para dar un toque escayolado a los tobillos. Respecto a la estética capilar habían dos cortes de pelo por excelencia: pelo rizadito tipo cascada o cortado a cepillo con las patillas al ras y con una pequeña y sedosa melenita lisa hasta la nuca.

Cuando remitente y destinatario se reunían en el afamado programa, se abrazaban jurando amor eterno, mientras que una voz en off decía: “Lo que necesitas, lo que necesitas, lo que necesitas, es amoorrrrrrrrrrrrrrrrrrr” y ahí terminaba la historia, en la que todos y cada uno de los participantes de esta comedia romántica de barrio, se enjugaban las lágrimas entre los calurosos aplausos de los asistentes.

Pero volviendo al presente prefiero mil veces recibir un e-mail con esas entrañables palabras, que ver a nuestro “amigo invisible” en esa patética tesitura, y no lo digo por el contenido del mensaje, sino por verlo vestido de esa guisa.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y para añadir algo de azúcar al asunto me gustaría decirle a nuestro reviscolado “amigo invisible” que hay veces que estamos tan ofuscados que el árbol no nos deja ver el bosque, pero con sólo andar un paso podemos verlo en todo su esplendor.

¡¡Cago en tó!! , con esto de mi futura paternidad me estoy convirtiendo en el Abuelo Cebolleta.

viernes, 8 de enero de 2010

Soñar contigo

Déjame esta noche.......... soñar contigo,
déjame imaginarme en tus labios los míos,
déjame que me crea que te vuelvo loca,
déjame que yo sea quién te quite la ropa,
déjame que mis manos rocen las tuyas,
déjame que te tome por la cintura,
déjame que te espere aunque no vuelvas,
déjame que te deje, tenerme pena.

Si algún día diera con la manera de hacerte mía,
siempre yo te amaría como si fuera siempre ese día,
qué bonito sería jugarse la vida, probar tu veneno,
que bonito sería arrojar al suelo la copa vacía.

Déjame presumir de tí un poquito.
Que mi piel sea el forro de tu vestido.
Déjame que te coma solo con los ojos.
Con lo que me provocas yo me conformo.

Si algún día diera con la manera de hacerte mía,
Siempre yo te amaría como si fuera siempre ese día,
Que bonito sería jugarse la vida probar tu veneno,
Que bonito sería arrojar al suelo la copa vacía.

Déjame esta noche.......... soñar contigo

Zenet (Los mares de China)

jueves, 7 de enero de 2010

Los Peregrinos

Son un grupo de creyentes que viajan hacia un lugar sagrado para redimir sus pecados y conseguir la absolución. Este año que comienza es conocido por los católicos como el Año Xacobeo, donde miles de peregrinos visitan la Catedral de Santiago para venerar al santo y conseguir así la indulgencia plenaria de sus pecados. Otro ejemplo es El Hajj, donde los fieles musulmanes acuden a La Meca en Arabia Saudí, para purgar sus faltas y realizar la Lapidación del Diablo.

Pero dejando a un lado las connotaciones religiosas conozco un lugar de peregrinación donde miles de personas se reúnen cada año desde tiempos inmemoriales, en el cual en vez de conseguir la indulgencia y el perdón de sus pecados los fomentan hasta límites insospechados. Los habitantes y peregrinos ocasionales de este insólito paraje tienen el enorme privilegio de ser testigos de un acontecimiento único, imposible de ver en ningún otro lugar, ya que en este pequeño pueblo de pescadores se pueden contemplar bucólicos amaneceres sobre las aguas del Mediterráneo y el espectáculo de presenciar unos atardeceres con el sol rojizo reflejándose en las dulces aguas de sus arrozales.

Siguiendo la tradición, sus fieles se congregan cada verano para rendir culto y venerar la imagen de su patrón, conocido por San Vicente de los Recreativos, abogado de las almas viciosas y disolutas, que cada año acuden a su templo para alimentar sus pecaminosas entrañas. Fundado en el año 1976 tiene la característica fundamental que su botafumeiro, desprende una particular mezcla de aromas a cocido, humo de tabaco, y las inconfundibles fragancias venidas desde Marruecos.

Al igual que otras confesiones religiosas existen unos sacramentos que sus adeptos deben de seguir al pie de la letra. En primer lugar está el Bautismo, el cual se produce cuando cruzas el umbral del santuario a comprar unas chucherías, y te dedicas a sentarte en la mesa de billar a ver como otros fieles manejan con sus pecadoras manos los joystick de las máquinas recreativas. En ésta etapa aprendes los conocimientos básicos de tu futura vida viciosa, ejemplo de ello es cuando por motivos técnicos la energía deja de alimentar a las diabólicas máquinas, y acudes raudo y veloz a apoderarte de unos de sus mandos para conseguir una partida gratis, tal es el nivel de aprendizaje que hay fieles que se agarran a los mangos del futbolín para conseguir esa ansiada partida.

Superada esta etapa viene la Comunión, en la que cambias las infantiles golosinas por cigarrillos comprados a granel. En esta etapa la economía no permite muchos lujos y tu corto capital lo inviertes en sesiones vespertinas a tus juegos favoritos, financiados con la paga semanal y la sisa a la cartera de tu madre cuando te envía a comprar el pan. El paso definitivo se produce con la Confirmación, en la que dejas de utilizar las máquinas, para invertir el patrimonio en mezclar los cigarrillos con unas rocas venidas más allá del Estrecho. El lugar para realizar esta ilícita liturgia es “El Ruedo”, donde los fieles se reúnen para compartir las propiedades de esta particular mezcla.

Durante los dos meses que dura la peregrinación existen dos citas ineludibles, una es la procesión que se realiza en bicicleta hasta la Montañeta dels Sants, para terminar bañándote en el lago que la rodea. La tradición dice que a la vuelta, uno o varios integrantes de la expedición pincharan alguna de las ruedas de su bicicleta y deberán realizar el camino de retorno andando. La segunda cita se celebra el 16 de julio, donde todos los feligreses se reúnen en la playa alrededor de una hoguera, para limpiar sus libertinas almas a base de una mezcla de alcohol y de unas curiosas letras llegadas desde Arabía.

Como en cualquier pueblo costero que se precie los devotos acuden al malecón, donde realizan diferentes actividades lúdicas bañadas con zumo de cebada. Entre ellas cabe destacar el salto en cama elástica, malabarismos con diábolos, escalada a la pirámide playera, partidas múltiples de ajedrez y sesiones de libre divagación, todo ello acompañado por auténticas Jam Session en la que los maestros de las cuatro y seis cuerdas tocan sus temas para deleitar a la concurrencia.

Con la llegada del fin de semana los miles de adeptos acuden a otro de sus santuarios por excelencia donde se encomiendan a San Rafael de la Cala, quién tiene la virtuosa facultad de permitir el acceso al paraíso terrenal. Son muchos los que lo intentan con múltiples trucos y artimañas, pero sólo unos pocos son los elegidos para entrar en este paradisiaco lugar, donde las amazonas tienen libre acceso. Como fin el de fiesta a estas interminables noches, todos y cada uno de los fieles acuden al Horno San Pascual para llenar sus alcohólicos estómagos y comentar entre balbuceos el resumen de la velada.

Los domingos día de reflexión y recogimiento, los adeptos acuden a media tarde a la playa para disfrutar de un relajante baño, y tomar unos pocos rayos de sol para disimular las marcas que sus vidas de crápulas dejan en su piel.

Con la llegada del mes de septiembre terminan las celebraciones en honor de San Vicente de los Recreativos, los fieles toman caminos diferentes con el deseo de reunirse y repetir la experiencia el próximo verano. Pero a diferencia de otras religiones, ésta efeméride tiene fecha de caducidad para sus feligreses, porque una vez alcanzas la tercera década contando desde el año de tu nacimiento, debes abandonar la peregrinación para dar paso a las nuevas generaciones. Llegado este momento sólo podrás reunirte en bodas, bautizos, comuniones y fiestas de guardar.

Dedicado a Los Libori@s y en especial a los Puche-Pelayo.

martes, 5 de enero de 2010

Queridos Reyes Magos:

Ha pasado un cuarto de siglo desde que les envié mi última carta, y después de mucho reflexionar he llegado a la conclusión de que la única razón por la que no han tenido noticias mías desde aquella misiva, es que la ilusión que envuelve a la mágica noche de reyes se ha ido perdiendo con el tiempo hasta el punto de dudar de la enigmática y misteriosa existencia de sus majestades. Pero he de comunicarles que este año al recibir la noticia de mi futura paternidad he comprendido el verdadero significado de esta tradición que perdura desde tiempos inmemoriales.

Hasta la fecha esta noche la había vivido con la visión de un niño, y como es de suponer embargado por la emoción sólo tenía ojos para los regalos que recibía. Pero haciendo un ejercicio de memoria puedo recordar la expresión de satisfacción de mis padres, cuando con las manos temblorosas y con un gesto entre el asombro y el desconcierto me dedicaba a desenvolver aquellos mágicos paquetes. Y aquí está el verdadero espíritu de su anual visita, no importa la cantidad de regalos recibidos sino transmitir esa ilusión a tu hijo.

Recuerdo que la víspera al día de su visita acudíamos a ver como recorrían las calles de la ciudad soportando estoicamente el frío y la humedad hasta que pasaban junto a nosotros. Al llegar a casa limpiábamos cuidadosamente nuestros zapatos y los colocábamos en el balcón, junto a tres copitas con coñac, y cazo con agua para sus camellos. Después de cenar nos íbamos directos a la cama con la esperanza de que todos nuestros deseos se vieran cumplidos. Aquella noche costaba conciliar el sueño, mientras esperaba la llegada de Morfeo repasaba mentalmente todas las peticiones que les había enviado a sus majestades. Poco a poco y a fuerza de repetir las líneas de aquella carta caía rendido esperando su llegada.

Por aquel entonces y debido a mi edad no tenía noción del tiempo, pero lo que recuerdo es que mi padre entraba cuidadosamente en la habitación y me decía: “Despierta han llegado los Reyes”, automáticamente mis ojos se abrían como platos, y como un rayo me dirigía por el largo pasillo hasta llegar al comedor, donde mi madre y mis hermanas me esperaban junto a los regalos que sus majestades nos habían concedido. Con la mirada atónita y tiritando de frío debido a los nervios del momento intentaba articular palabra pero como pueden imaginarse era misión imposible. Pero lo que realmente me dejaba asombrado de aquella agitada noche, era ver como las copas de coñac y el cazo de agua estaban vacios, ya que esa era la prueba evidente que sus majestades habían visitado nuestra casa.

Afortunadamente esta experiencia la voy a disfrutar con la misma ilusión con la que años atrás mis padres lo hicieron con nosotros, porque no hay nada mejor que hacer feliz a un hijo.

Sin más me despido de sus majestades de Oriente hasta el año que viene.

Feliz Noche de Reyes