jueves, 10 de diciembre de 2009

V. Y así nació la leyenda

Los días posteriores al brutal ataque los rumores fueron corriendo por el barrio como la pólvora (nunca mejor dicho), lo que hizo que nuestra particular batalla para defender el derecho a jugar en la calle acabara convirtiéndose en leyenda. Como podréis imaginar la noticia se convirtió en una gran bola de nieve, todo el mundo que habitaba en el barrio e incluso los que no, aseguraban que aquel glorioso día estuvieron presentes y fueron participes del ataque contra el enemigo opresor. Comenzaron a circular diferentes versiones al respecto a cual más increíble, en las que contaban que debido a la explosión uno de los chicos había perdido las manos, otras en las que la bomba de praliné le había estallado en plena cara, también se comentó que la tienda quedó reducida a cenizas y un largo etcétera de bulos y chismorreos alejados completamente de la realidad.

Desgraciadamente estuve bastante tiempo sin pisar la calle, aunque tuve el “privilegio” de encender la mecha, no pude disfrutar del momento en el que el barbudo tirano volvió a su tienda después de almorzar.

Mientras disfrutaba de su particular almuerzo en el bar de enfrente, nosotros detonábamos la carga. Al igual que el resto de la gente que en aquel momento estaba en La Placeta escuchó la tremenda explosión, pero aquel estruendo pasó inadvertido para él, porque como ya he contado aquel lugar era un auténtico polvorín. Una vez terminada su ración de tortilla de patatas y su correspondiente carajillo, recogió a su fiel mascota que le estaba esperando en la puerta, y juntos se dirigieron hacia la tienda. Antes de cruzar la calle observó un gran tumulto alrededor de su negocio, en ese momento un escalofrío recorrió su cuerpo avisándole que nada bueno le espera tras el gentío. Poco a poco fue abriéndose paso entre aquella marea humana hasta que consiguió ponerse en primera fila, cuando la gente se percató de quién era se produjo un silencio sepulcral y todos quedaron expectantes a su reacción.

Como se suele decir en estos casos “se nos fue la mano” , una cosa era detonar los truños en un descampado, y otra bien distinta hacerlo contra la fachada de un edificio. Los 10 gramos de pólvora que contenía el masclet produjeron un efecto devastador, formando un tremendo collage imposible describir con palabras.

Aunque sabía positivamente quienes eran los artífices de tal desperfecto no tenía pruebas para acusarnos, así que con resignación encendió un cigarrillo y junto a su perro entró a la tienda para limpiar los desperfectos. Por primera vez comprendió que nunca puedes subestimar a tu rival, y menos cuando te enfrentas a un grupo de infantes descerebrados dispuestos a todo.

Aquel 18 de marzo de 1986 a las 12:45 pm LA GUERRA HABÍA TERMINADO.

CONTINUARA…………………………………………..

1 comentario:

  1. Operación rápida y efectiva, sin bajas (salvo tu salpicada espalda).

    Así se hace soldado, Rambo no lo hubiera echo mejor.

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