martes, 24 de noviembre de 2009

Supercalifragilisticoespialidoso

El otro día esperando el autobús vi como una madre y su pequeño retoño andaban a la gresca. Es ese tipo de situaciones en el que muchas personas se plantean si es verdaderamente necesario tener descendencia, porque el soponcio que llevaba el niño era acojonante. La verdad es que no se porque lloraba, seguramente sería por alguna tontería, pero en esos momentos le iba la vida en ello. La madre debido al espectáculo y desbordada por la situación, cogió a su hijo del brazo y apuntándole con el dedo, en tono amenazante le dijo: ¡¡O te callas de una vez o aviso a Supernanny!!, al escuchar aquella espantosa advertencia, el niño dejó de llorar automáticamente.

Para quien no lo sepa Supernanny es un programa que emiten en Cuatro, en el que una psicóloga llamada Rocío Ramos-Paúl, se encarga de enmendar la conducta de niños díscolos, maleducados, malcriados e impertinentes, que hacen de la vida de sus padres un verdadero infierno. Es como una versión de Mary Poppins del siglo XXI, pero en lugar un mágico paraguas, lleva un bolso en el que guarda todos sus extraordinarios trucos para resolver las mil y una situaciones.

Cuando éramos pequeños nuestros padres nos amenazan con avisar al Hombre del saco sino los obedecías. La misión de este desalmado señor consistía en entrar a tu habitación, y llevarte a su casa junto con otros niños rebeldes, para sufrir un cruel y despiadado castigo. La historia sobre este misterioso y siniestro ser, me producía un tremendo desasosiego, y me atormentaba de tal manera que hacía pasarme noches enteras en estado de vigilia.

Recuerdo una gélida noche de invierno en la que el insomnio se había convertido en mi inseparable compañero de cama, por mucho que lo intentaba no conseguía conciliar el sueño, y cada minuto que pasaba crecía el temor a que el innombrable hombre del saco hiciera su terrorífica aparición. De pronto, comencé a escuchar unos ruidos extraños que provenía del fondo pasillo, en principio los atribuí a mi temerosa imaginación, pero conforme prestaba mayor atención, aquellos espeluznantes sonidos se iban acrecentando. Mi pequeño corazón comenzó a palpitar con el frenético ritmo del miedo, y un sudor frío comenzó a empapar mi canija y temblorosa osamenta, estaba completamente bloqueado, y aunque intentaba gritar con fuerza para que mis padres me escucharan, lo único que podía emitir era un pequeño hilillo de voz, así que la única opción que me quedaba era salir de la cama, y con la mayor cautela posible, abrir la puerta para comprobar que todo lo que estaba escuchando no era producto de mi imaginación.

En ese instante un escalofrío recorrió mí ya de por sí entumecido cuerpo, me quede petrificado, no podía dar crédito a lo que estaba viendo, tenía ante mis ojos al temido hombre del saco dispuesto a entrar en mi habitación para llevarme a su lúgubre prisión infantil. Tras unos momentos de pánico conseguí reponerme, y tome la osada decisión de enfrentarme a él. Comencé a buscar entre mis juguetes algún objeto que sirviera para defenderme de aquel individuo, después de descartar mi espada y escudo de plástico y mi pistola con balas de ventosa, me decidí por algo más contundente, agarre una raqueta con estructura de manera, similar a de Manolo Santana cuando alcanzado la gloria ganando el torneo de Wimbledon, me coloque tras la puerta, y espere a que entrara.

No recuerdo el tiempo que paso, de lo que estoy seguro es que ese momento se me hizo eterno. Tal y como había previsto, el pomo de la puerta empezó a girar lentamente, y yo al mismo tiempo comencé a apretar con más fuerza el mango de mi raqueta. Cuando por fin se abrió la puerta, el hombre del saco entro sigilosamente en mi habitación, pero lo que no sabía es que le estaba esperando una desagradable sorpresa.

Conforme estaba depositando el saco en el suelo, le solté un raquetazo que impactó de lleno en su amplia espalda, aprovechando el aturdimiento, le propine una serie de golpes a lo largo y ancho de su cuerpo hasta dejarlo semiinconsciente. Debido al jaleo producido por la tremenda paliza, mis padres llegaron asustados a mi habitación, y cuando encendieron la luz la sorpresa fue morrocotuda.

¿Sabéis a quien administré tan cruel paliza?, pues nada más y nada menos que al gordito de rojo, o también conocido como Papá Noel. ¡¡Menuda putada!! , yo que pensaba que había liberado a todos los niños del temido hombre del saco, y resulta que el pobre anciano al que había golpeado traía en su saco un montón de regalos para mí.

Como os podréis imaginar el señor Noel nunca volvió a entrar en nuestra casa, y dejo que los Magos de Oriente se encargaran de tan difícil misión, ya que Baltasar repartía hostias como panes, de hecho cuentan que durante sus vacaciones estivales se unió a un grupo de ex–combatientes de la guerra de Vietnam, haciéndose llamar M.A Baracus.

Durante el trayecto en el autobús le pregunte al niño: ¿porque temes a Supernanny, si es una señora muy simpática y amable?, con una frialdad que me dejó absorto dijo: “para que lo sepas la encantadora Supernanny no es una mujer, en realidad es el hombre del saco que se ha sometido a una operación de cambio de sexo en Brasil, y ha cambiado su ajado y polvoriento saco por un bolso comprado en la semana fantástica de El Corte Inglés”.

Cuando pude recobrar el aliento después de tan impactante noticia, lo primero que hice al llegar a casa, fue bajar al trastero, y recuperar mi antigua raqueta en previsión de que la encantadora Supernanny aparezca en mis noches de insomnio.

3 comentarios:

  1. Así que ya ves Supernanny... Aprende, aprende.

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  2. En temas de educación todo ha cambiado mucho, pero algunos niños de hoy no les iría mal un poquito de todo aquello. Antes no necesitábamos ni a Supernani , ni a psicólogos ni nada por el estilo y estamos todos muy bien educados.No os parece?

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  3. Otro giro de guión del magistral Josevi, a este paso vas a dejar a Hitchcock como un simple aficionado.

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