jueves, 28 de enero de 2010

La letra con sangre entra

El LICEO, fue la escuela filosófica creada por Aristóteles en el año 336 a.c. Recibió este nombre por estar situada al lado del templo dedicado a Apolo Licio. La escuela poseía un jardín por el que, según la tradición, el maestro paseaba con sus discípulos. En griego peripatêín significa pasear, por ello a los seguidores de Aristóteles también se les llamó peripatéticos, y a la escuela Peripatos. Las clases que se impartían podían tener el carácter de lecciones, discusiones o comentario de obras. Aparte del ámbito cultural y pedagógico, también se hallaban reguladas otras actividades en común, como los banquetes mensuales y las fiestas para el culto.

Gran parte de la aristocracia del barrio incluida mi familia, cursó sus estudios obligatorios en el Liceo, pero no el de Aristóteles, sino el Corbi. La manera de reconocernos era evidente ya que la condición indispensable para formar parte de este elitista grupo era vestir con uniforme. Se componía de: calcetines rojos, pantalón gris, camisa blanca y suéter de pico rojo con dos franjas grises en la manga derecha, como colofón durante las horas lectivas tenías que ponerte un babero de cuadritos azules y blancos con las iniciales de tu nombre bordadas en el pecho. Como es de imaginar, a la salida del colegio toda la mala gente del barrio nos esperaba para darnos de hostias por vestir con tan ridículo atuendo.

Era el típico colegio de planta baja, el lugar destinado para nuestro diario recreo era el patio de luces del edificio cuyo bajo ocupábamos, de hecho, era tan sumamente pequeño que teníamos que salir por turnos a comernos el bocata, porque si salíamos a la vez corrías grave peligro de morir por avalancha. Al igual que sus instalaciones, su enseñanza era rancia y recordaba a la que se impartía en tiempos pasados, donde los castigos, capones y cachetes estaban a la orden del día, era una enseñanza tradicionalista y de costumbres. Recuerdo que cuando la directora cumplía años todos los alumnos con la inestimable ayuda de los profesores le preparábamos una fiesta, regalos incluidos. Sentada en una silla como una auténtica reinona, uno a uno pasábamos frente a ella para darle nuestras más sinceras felicidades. Como no podría ser de otra manera l@s más pelotas de cada clase preparaban un playback con la canción de moda del momento, y los que rozaban el límite del repelentismo le dedicaban una poesía ensalzando sus virtudes. Supongo que como eran los protegidos de la querida directora, no habían probado en sus carnes los capones y levantamientos de patilla que dispensaba a los más revoltosos del colegio.

Este era el único día del año en el que salía de sus aposentos, porque lo que más le gustaba era estar en su despacho donde controlaba de manera férrea los movimientos de profesores y alumnos. La manera que tenía para comunicarse con el mundo exterior era a través de un interfono, así que en cada clase había uno instalado. Todos los días antes de la hora del almuerzo escuchábamos por aquel maldito aparato su frase preferida: ¡¡MATERIAL Y A PAGAR!! , es decir, los cuadernillos Rubio, cartillas de lectura, libros de texto y demás material escolar, era de obligado cumplimento comprarlo en el colegio. Al ser concertado, todos los meses había que pagar un pequeña mensualidad, para se más exactos 480 pesetas. Lo recuerdo porque todos los meses mi padre me preparaba un talón para entregárselo a la directora a cambio de un recibo. Esta amable señora sólo permitía los pagos al contado o por talón bancario, y pobre de ti como te retrasaras en el pago, porque hacía de tu vida un verdadero infierno hasta que tus padres liquidaran la deuda. Cuando escuchabas tu nombre por el interfono, era síntoma inequívoco de que se repartían hostias y tú tenías todas las papeletas. Con el corazón a mil y el cagallón llamando a la puerta entrabas a su despacho. Sus muebles de estilo inglés y de maderas nobles daban una imagen de sobriedad que todavía hacían aumentar tu miedo, si a eso le sumamos el crucifijo, y la foto de Sus Majestades los Reyes de España el panorama rozaba lo dantesco. Para darle más pánico a la situación siempre se dirigía a ti, hablándote de usted y por el apellido. Entonces llegaba el momento de la verdad, si te invitaba a sentarte estabas salvado, porque lo único que quería era recordarte que tus padres se pusieran al corriente de los pagos. Pero como te ordenara ponerte a su lado estabas jodido, porque aparte del premio gordo te llevabas las dos aproximaciones, y volvías a clase con las orejas haciendo palmas.

Otro de los terribles momentos en los que tenías que visitar aquel temido despacho era cuando pasabas de cartilla. Una vez que la profesora te veía preparado para aumentar tu nivel de lectura te mandaba a que la directora confirmara la decisión. Al llegar cogía la cartilla y elegía un capitulo al azar para que lo leyeras. Con voz temblorosa comenzabas a reproducir el texto bajo atenta su atenta mirada, cuando los nervios te traicionaban y te quedas enganchado en alguna palabra, te propinaba un ligero cachete que hacia que el resto del texto lo leyeras de carrerilla. Una vez superada la prueba, sacaba un pequeño estuche donde guardaba las medallas al mérito escolar, cuyo tamaño variaba en función del logro conseguido. El ritual era siempre el mismo, firmaba la cartilla para certificar que habías superado la prueba, te colocaba en el pecho la medalla que debías llevar durante toda la semana, y como agradecimiento debías propinarle un par de besos. Acto seguido volvías a clase para mostrar a tus compañeros la merecida medalla, mientras que ellos te dedicaban una cerrada ovación. Aparte del sistema de las medallas al mérito escolar, teníamos en sistema de puntos. Eran unos cartoncitos de 1, 5, 10, 20 y 50 puntos, con los que los profesores te premiaban si tenías buen comportamiento, realizabas bien las tareas, etc. Hasta 2º de EGB estos puntos se cambiaban por pequeños premios y en 3º y 4º por positivos en el boletín de notas.

Bajo este estricto sistema pasé mis primeros cinco años de estudiante, en los que me lleve unos cuantos pescozones, alguna que otra medalla, sumé los suficientes puntos como para llevarme a casa en dos ocasiones a la tortuga que teníamos como mascota y un buen puñado de positivos. En aquel colegio aprendimos que “La letra con sangre entra”, puede ser que el sistema no fuera muy ortodoxo pero a nosotros nos funcionó.

Con este post da comienzo un nuevo apartado al que he bautizado con el nombre de: “El pupitre de atrás” en el que voy a relatar mis aventuras y desventuras en el difícil mundo de la extinta EGB.

7 comentarios:

  1. ¡Bravo Maestro!
    "De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre... No con la cólera, sino con la risa se mata.¡Adelante, matemos el espíritu de la pesadez!...Así habló Zaratustra" (en el capítulo Del leer y el escribir).
    P.D.: coméntale a Begoña que el juez nietzcheano que escribe en rojo siguiendo este consejo aparece en Crónica de una muerte anunciada. Es el mismo color en el que escribe la máquina de escribir de La vida de los otros.

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  2. y ahora que? toca abrir el debate de si la educación "permisiva" actual es mejor o peor que la "represiva" anterior?

    me voy a quedar con la imagen de josevi con sus calcetines rojos, pantalón gris, camisa blanca y sueter rojo con franja gris ...

    Josevi ¡queremos ver una foto tuya vestido de uniformeeee!

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  3. Bueno, atendiendo a vuestra petición, este fin de semana colgaré una foto en nuestra página. Eso sí, la mía será la primera de la serie ya que por el articulo 33 todos tendremos que colgar una.

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  4. Yo publicaré la mía de comunión, más que adecuada para el escarnio público

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  5. esto puede inaugurar una nueva serie de imágenes antológicas ... promete, promete

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  6. QUE ASÍ SEA!!!!!!
    ya me voy a poner manos a la obra y buscaré una de las fotos que me hacía mi madre para inaugurar el nuevo curso académico... lo mío no eran los uniformes... era lo de poner cara seria porque sieeeeempre he odiado que me hagan fotos... jajajajaaaaaaa

    un 10 Josevi... buffff, yo no era de los revoltosos, pero alguna anécdota tengo también de las buenas, buenas... jajajaaaaaaa

    PD. JUANJOOOOOOO... "con sangre" como escribo yo en mi Moleskine 2010 para ir acorde a sus tapas rojas, rojas rojas... jajajaaaaaaa

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