jueves, 22 de octubre de 2009

No es oro todo lo que reluce

El culto al cuerpo se ha convertido en una especie de epidemia o más bien de obsesión. No contentos con acudir diariamente al gimnasio con el “personal trainer”, jugar al pádel, recorrer treinta kilómetros en bicicleta, hacer unos cuantos largos en la piscina y someternos a duras sesiones de cultivo de melanomas para adquirir ese delatador color anaranjad, nos dedicamos a visitar centros de belleza donde, bajo un ambiente de glamour y sofisticación, nos sometemos a tratamientos terapéuticos con nombres rimbombantes, ejemplos como: vinoterapia, chocolaterapia, oroterapia, tratamientos con leche, té y miel, son el vivo retrato o más bien la caricatura de la pijería elevada a la enésima potencia, y lo peor de todo es que sólo por el simple hecho de ser lo más “in” del momento, estamos dispuestos a pagar los 300 pavazos que cuestan las jodidas sesiones.

Aprovechando la coyuntura estoy pensado en abrir un local, diseñarlo en plan “zen”, que esté situado en una buena zona, donde bellas señoritas vestidas de negro, realicen tratamientos de “truño de vaca”. Con el simple hecho de salir en televisión, contando que mis tratamientos de “truñoterapia” tienen múltiples cualidades curativas, rejuvenecedoras, y que la gente más chic de la ciudad disfruta de nuestras profesionales manos, mi cuenta corriente pasará de los números rojos a unos azules y con muchos ceros a la derecha.

Otra de las cuestiones que me preocupan de esta terrible epidemia es todo lo relacionado con la alimentación. Aparte de moldear nuestros cuerpos hasta límites insospechados, debemos llevar una dieta sana y equilibrada para evitar la aparición del famoso colesterol, y sus compinches los triglicéridos. No hay producto que se precie en las estanterías de los supermercados españoles que no contenga al menos alguna de las siguientes acepciones: fibra, light, bifudus activo, multicereales, L.casei imunitas, omega 3 y oleico, supuestamente toda esta palabrería digna de Ramón y Cajal es para mejorar el tránsito intestinal o como dicen en mi pueblo "pa ir a cagar”.

Según los especialistas, consumir este tipo de sustancias en pequeñas proporciones es beneficioso para el organismo pero, si las consumes en exceso, es más peligroso que comer una ensaladilla con salmonelosis. Lo digo con conocimiento de causa y ahora sabréis porque:

Un domingo me desperté con una resaca tremenda, para más INRI me habían dejado solo en casa y lo peor de todo sin la comida preparada. Debido a mi estado no estaba por la labor de ponerme a cocinar, así que tome la decisión de comer cualquier cosa que saciara mi deshabitado estómago. Con desesperación me puse rebuscar en la despensa y lo único que encontré de fácil preparación, fue una caja de galletas. En principio el plan no me agradaba, pero cuando el hambre aprieta no hay tiempo para exquisiteces, así que preparé un buen tazón de leche, la aspirina de rigor y empecé a comer galletas como un descosido.

Transcurrida una hora empecé a notar un escalofrío por todo mi cuerpo, un retortijón apretó mi estómago y mis tripas empezaron a moverse de una forma sospechosa, como un rayo fui corriendo al baño, en ese momento la vida se me iba por el culo. Pasados unos angustiosos minutos, recuperé el aliento y atribuí mi estado a la jarana de la noche anterior, pero cual fue mi sorpresa al descubrir que el paquete de galletas que me había papeado tenía entre otras cosas: fibra, ciruelas, y extracto de kiwi, según las indicaciones del fabricante el consumo recomendado era de tres galletas al día, y yo solito me había metido entre pecho y espalda veinte.

Como podréis imaginar fue el peor día de mi vida, estuve a punto de la deshidratación y lo único que consiguió taponar la fuga de mis esfínteres fueron los 500 mg de “Imodum Plus”, administrados por vía intravenosa en una sola dosis.

Todo este invento de cuidarse y llevar una dieta equilibrada está bien, siempre y cuando se haga con “coneiximent”. De todos modos lo más sano que hay en el mundo es la paella que se curra mi madre los domingos.

¡¡Eso sí es culto al cuerpo y lo demás son tonterías!!

4 comentarios:

  1. Te has olvidado de los implantes de pelo!!!
    Como mi talla de cinturón demuestra, soy parcialmente inocente del pecado que comentas; más bien voy de lo contrario ...

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  2. Gimnasio, masajes, alimentación, cremitas, implantes, siliconas, liposuccion ... full equipe va la gente!

    Ole la paella del fin de semana, y si es a leña, mucho mejor!

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  3. pues yo he de reconocer que me encanta machacarme en un gimnasio, dos horas sobre una bici de spinning, 6 horas sobre una de montaña o soltando mamporros durante una hora en una asfixiante pista de squash...
    ... lo siento, pero me encanta todo lo que me produzca acabar con 3 litros de líquido menos en mi cuerpo (siempre que no se obtenga este resultado huyendo de un negro con un pene del tamaño de un cohete chino, claro está!!!!) jajajajajaaaaaaaa

    pero totalmente de acuerdo en la obsesión extrema que nos intentan administrar a través de tantas cremas, tratamientos corporales, spas de belleza, alimentos light, loght, lught y leght...
    donde se ponga una buena paella de domingo y quemar esas calorías viendo un buen partido de fútbol en la tele acompañado de reserva "cervecil" en lata
    QUÉ SE QUITEN LOS SPAS CON TRATAMIENTOS DE TRUÑO DE VACAAAA!!!!!!!

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  4. A mi lo que me mantiene en forma es criar a mis hijas y dedicarme a ellas las 24 horas del dia , eso te hace tener los músculos tonificados y en su sitio, seguro que muchas madres piensan como yo , sobro todo para las que conciliar vida laboral y familiar es terriblemente agotador. Por supuesto nada como recuperar fuerzas con una buena paella y si es de tu mamá mejor que mejor. La nuestra la borda.

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