jueves, 8 de abril de 2010

La historia de Chevito, Nicolasa y el Hada Juana

En una pequeña aldea rodeada de naranjos vivían Chevito y Nicolasa dos jóvenes hormigas que una cálida noche de verano se juraron amor eterno. Lo que más les gustaba era tumbarse sobre la húmeda hierba de su jardín y contemplar el cielo esperando ver alguna estrella fugaz para pedir un deseo, lo que hicieron cada noche durante un lustro, pero desgraciadamente nunca vieron ninguna. Desesperados tomaron la decisión de que si en el cielo de su aldea no caían estrellas fugaces andarían los kilómetros que hiciesen falta para buscar a su estrella y pedir un deseo. Prepararon su equipaje, se despidieron de sus familiares y amigos y comenzaron su aventura.

Visitaron miles de lugares pero en ninguno de ellos encontraron su estrella, hasta que en buen día siguiendo su particular viaje decidieron parar a descansar en una pequeña y acogedora posada atendida por un amable matrimonio de ardillas que con gran esmero atendían a su clientela.

-¡Buenas noches! , dijo Nicolasa. Estamos buscando alojamiento.

- Pues han venido al lugar indicado respondió amablemente el posadero.

- Mi nombre es Lolo y junto a mi esposa Lola llevamos más de un siglo hospedando a los miles de caminantes que han tenido la gentileza de visitar nuestra aldea.

-¿Qué les trae por aquí?

-Estamos buscando nuestro deseo, respondió Chevito.

-¿Vuestro deseo? , quizás aquí encontréis lo que andáis buscando, nunca se sabe, y sonriendo les acompaño a su habitación.

Una vez instalados bajaron a cenar y probaron los suculentos platos que las simpáticas ardillas habían preparado. Al terminar todos se reunieron junto a la chimenea, mientras que Lola servía un magnífico licor fabricado por ella, el viejo Lolo sentado en su mecedora aprovechaba para deleitar a sus huéspedes con las historias de un viejo diario que un misterioso forastero dejo olvidado en la posada. Con la parsimonia propia de un anciano y con voz grave pero pausada comenzó a relatarles la maravillosa historia del Hada Juana.

-A veinte días de viaje de este mismo lugar, bordeando el frío y abrupto litoral se encuentra el lugar donde la tierra termina. Allí, en el último reducto de tierra firme existe un pequeño islote coronado por un torreón, donde según cuenta la leyenda vive el Hada Juana. Aunque nadie la ha visto todos saben de sus bondades y quién consigue acceder a su morada superando los enormes peligros que ello conlleva, tendrá el enorme privilegio de ver cumplido un deseo.

-Las hormigas entusiasmadas con la historia que acaban de escuchar preguntaron:

-¿Cuáles son esos peligros de los que hablas?

-A lo que Lolo respondió:

-Para acceder al torreón deberéis atravesar un estrecho puente de piedra que une la costa al pequeño islote, debéis de tener mucho cuidado, pues es tan fuerte el oleaje que soporta que en un golpe de mar podéis ser devorados por las embravecidas aguas. Si conseguís cruzar con éxito el peligroso puente, quedara la parte más difícil, ascender por una sinuosa y serpenteante escalinata formada por 300 escalones tan resbaladizos que parecen hechos de mantequilla.

-¿Entonces si superamos todos estos peligros veremos nuestro deseo cumplido?, pregunto Chevito.

-Por supuesto respondió el viejo posadero. En el improbable caso que consigáis coronar la cima, tendréis que hacer sonar tres veces la campana que hay junto a la puerta del torreón y pedir un deseo. Cuando el Hada Juana escuche el mágico sonido de la campana premiara vuestra valentía y tesón haciendo realidad vuestro deseo.

-¡Magnífico, maravilloso!, gritaron las hormigas al unísono. No perdamos más tiempo y emprendamos nuestro viaje. Esta es la oportunidad que estábamos buscando para conseguir nuestro deseo.

A la mañana siguiente Chevito y Nicolasa agradecieron la enorme hospitalidad que las ardillas habían tenido con ellos, y se despidieron con la firme promesa de que volverían a visitarlos con su deseo cumplido.

Tras un viaje lleno de calamidades por fin llegaron a aquel inhóspito lugar. Un viento gélido golpeaba sus pequeñas caras, asustadas y temblorosas miraron a su alrededor buscando algún lugar donde cobijarse, pero el único sitio era aquel torreón. Un mar enfurecido sacudía con tal fuerza el estrecho puente de piedra que lo hacía zozobrar. Por un momento Chevito y Nicolasa dudaron, pero después de haber recorrido miles de kilómetros no iban a dejar pasar la oportunidad de intentarlo, además como incansables trabajadoras que eran confiaban en sus posibilidades y lo más importante de todo, era tal el amor que sentían el uno por el otro, que les daría las fuerzas necesarias para superar la prueba más difícil de sus vidas.

Sobre una gran roca dejaron todo su equipaje y cogieron únicamente lo necesario. Con unas hojas de encina se fabricaron un resistente impermeable para protegerse del fuerte oleaje y con raíces de brezo hicieron lo propio confeccionando una fuerte y robusta cuerda. Una vez preparados se besaron y comenzaron la peligrosa ascensión. Poco a poco Chevito y Nicolasa fueron superando todas las adversidades que iban encontrándose en el camino y con un esfuerzo titánico consiguieron alcanzar la cima. Todas las penalidades sufridas hasta entonces habían merecido la pena porque por fin iban a poder pedir su deseo. Pero cual fue su sorpresa que a escasos metros del torreón junto a una roca encontraron a una pequeña gaviota que estaba llorando.

-Acercándose cuidadosamente a ella le preguntaron:

-¿Qué te ocurre?

-A lo que la gaviota respondió:

-Toda mi familia se ha marchado a una nueva isla y como todavía no se volar no he podido acompañarles.

Las jóvenes hormigas le dijeron que no se preocupara porque le iban a ayudar a reencontrase con su familia. Una vez frente a la puerta del torreón hicieron sonar tres veces la campana. De pronto como por arte de magia la pequeña gaviota batió sus alas y comenzó a volar para reunirse con su familia. Aunque habían sufrido miles de peripecias antepusieron el deseo de la gaviota al suyo propio, pero en el fondo estaban contentos porque con ello habían conseguido que la gaviota pudiera estar junto a sus padres.

Cuando se disponían a comenzar el camino de vuelta, el Hada Juana les invitó a entrar en su morada. Chevito y Nicolasa se quedaron boquiabiertos porque según la historia del viejo diario nadie había tenido el privilegio de conocerla. Era esbelta y tenía la elegancia digna de una reina, sus ojos al igual que sus cabellos eran color de miel. Asustados e incrédulos entraron al salón y junto a un cálido fuego, tomaron una taza de chocolate caliente. Cuando la terminaron el Hada Juana se acercó a ellos y les dijo:

-He visto que habéis superado la difícil prueba de subir hasta mi torreón y en un gesto de generosidad habéis renunciado a vuestro deseo para cederlo a la pequeña gaviota. Así que cuando florezcan los naranjos perfumando las calles de azahar vuestro ansiado deseo se cumplirá.

Ante aquella afirmación y con sus ojos llenos de lágrimas, Chevito y Nicolasa se despidieron de la benévola Hada Juana y regresaron de nuevo a la aldea con firme esperanza de ver cumplido su deseo.

Tras un largo y gélido invierno llegaba el momento de disfrutar de los templados días que proporcionaba la llegada de la primavera. Para festejar tan magnifico acontecimiento, la aldea se vestía de fiesta y ensordecía debido al atronador estallido de los petardos y cohetes que sus habitantes lanzaban para celebrarlo. Una mezcla a pólvora y azahar perfumaba cada rincón, las calles engalanadas se llenaban de música y siguiendo una ancestral tradición se construían enormes monumentos de cartón piedra que días después serían devorados por un fuego purificador para convertirlos en cenizas.

Aquel día será recordado especialmente por la joven pareja de hormigas, ya que tal y como les prometió el Hada Juana su deseo se hizo realidad. Aunque habían soñado muchas veces con ese momento, vivirlo en primera persona fue una sensación tan maravillosa que difícilmente pueda describirse con palabras. Tras unas horas de incierta y dulce espera pudieron acunar a la pequeña Emma, que era tan bonita y despierta como su mamá había imaginado. Nada más conocer la feliz noticia, todos los familiares y amigos de la joven pareja acudieron junto a ellos para disfrutar de aquel ansiado y maravilloso momento. Con gran entusiasmo y llenos de júbilo brindaron por el nuevo miembro de la familia y salieron a la calle para disfrutar junto al resto de sus vecinos de las celebraciones por la llegada de la primavera y especialmente por el nacimiento de la pequeña Emma, que desde ese día llenó de felicidad el hogar de Chevito y Nicolasa.

FIN

4 comentarios:

  1. Con la vista nublada por la emoción os deseo toda la felicidad del mundo. Sois el triunfo del amor.

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  2. Te escribo porque soy incapaz de pronunciar una sòla palabra , pues la emoción ahoga mi garganta . ¡Que bonito!, has hecho una metáfora preciosa del profundo amor que os teneis , y de lo ansiada que ha sido esa preciosa niña que ahora disfrutais entre vuestros brazos. Me dais muchisima envidia y espero que ese amor maravilloso sea eterno y que Enma os ayude a enriquecerlo cada dia más. Os quiero!!!!!!!!!!!

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  3. Enhorabuena Chevito, Enhorabuena Nicolasa. La privamera ha llegado, los narajos han florecido, y vuestro mayor deseo se ha cumplido. Bienvenida Emma!

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  4. lágrimas de emoción recorren mi chepa...

    no es mi estilo, pero emociona el dichoso cuento... jajajajaaaa

    he de daros nuevamente la enhorabuena por ser como sois y por esa niña preciosa llamada Emma

    muac!!

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